Ubicada en un barrio moderno y recién construido esta cocina destaca por su diseño minimalista combinado con detalles clásicos, creando un espacio que es tanto funcional como estéticamente placentero. Predominan los tonos claros, con el blanco y beige como colores principales que aportan una sensación de amplitud y limpieza. Los electrodomésticos, también en tonos suaves, se integran armoniosamente con el conjunto, manteniendo la paleta de colores uniforme y serena. Una amplia ventana baña la cocina en luz natural, realzando los colores claros y creando un ambiente acogedor y vibrante durante el día.

La isla central, situada estratégicamente en el corazón de la cocina, no solo sirve como área de trabajo adicional sino también como punto de encuentro social dentro de la cocina. Una luz de techo de estilo clásico añade un contraste intrigante con el diseño minimalista, proporcionando un foco visual y una iluminación cálida. Elementos clásicos, junto con la disposición moderna y la luz natural, fusionan lo mejor de ambos estilos, ofreciendo un espacio ideal para cocinar y socializar en un entorno tranquilo y refinado.